Vivir con un animal de compañía
supone disfrutar de momentos inolvidables,
que son únicos e irremplazables
y pueden llegar a llenar toda una vida.
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Cada vez que veas a un pájaro elevarse hacia la libertad,
acuérdate de las cosas buenas de la vida,
valora cada detalle y disfruta de los momento de paz,
no sufras por las cosas nimias,
déjate llevar por la corriente y empieza a volar.
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El gato se mueve con una agilidad tan elegante
que resulta imposible no quedarse hipnotizado en sus movimientos.
Cuando caza, corre, se esconde o duerme tranquilarmente,
nos mantiene a todos atentos a sus gestos.
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Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre
por su fidelidad, su carácter y su instinto de protección.
Sin embargo, lo que realmente nos gusta de él
es su mirada entregada, que no pueda quedarse en un rincón,
que nos necesite casi a cada momento
y, cuando consigue lo que quiere,
ver su cara de satisfacción.
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A la tortuga se la suele considerar un animal poco expresivo;
sin embargo, verla moverse nos da que pensar:
A lo mejor no es necesario llegar el primero a un sitio,
lo importante es disfrutar del camino más que llegar.
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El caballo nos transporta, nos entretiene, nos ayuda en el trabajo duro,
es un compañero constante y fiel, aunque a veces peca de tozudo.
Cuando no nos obedece y parece cansado,
conviene dejarlo en libertad para ver cómo juega, se encabrita y patalea;
es un espectáculo que no puede ser narrado:
verlo disfrutar merece la pena.
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El camaleón es un animal interesante;
de él podemos aprender una enseñanza valiosa:
nada es blanco o negro, no existe una verdad única y contundente,
desde los comienzos de su historia la humanidad voluntariosa
se ha adapado a su entorno para salir triunfante.
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Las aves migran buscando siempre el mejor clima,
van en bandadas en un orden perfecto,
siempre considerando el bien común y su efecto
es un espectáculo grandioso y que despierta envidia
entre nosotros, que formamos parte de una sociedad individualista
que, en lugar de aprovechar las sinergias del grupo, las evita.