¡Feliz cumpleaños, mamá!
Ya sabes que la edad no es impedimento
para que sigamos corriendo con el viento,
para que veamos juntas aquellas películas que tanto nos gustan
y preparemos más tartas de las que podemos comer.
¡Feliz cumpleaños, mamá!
No importa cuantas velas se enciendan:
tu espíritu de lucha ya no te lo quitan.
—
Nunca me ha gustado
otorgar a las velas tanto encanto.
Nunca me han interesado
la cantidad de arrugas que se cuentan en tu rostro.
Nunca he querido
pedirte más de lo mucho que ya has dado.
Que los años no son más que un número
y los números solo importan en el sorteo del niño.
—
Corazón rojo,
latido intenso;
¿oyes eso?
es la fuerza de tu cuerpo
que se niega a envejecer
por más que transcurra el tiempo.
—
Tu tarta es un bizcocho,
tu regalo, un collar,
tu familia incluye dos gatos
y tu música es el rap.
Mamá, eres única y eso no cambia
tengas la edad que tengas.
—
Recuerdo tus canciones de cuna,
recuerdo el ruido de aquella horrible máquina
preparando los biberones de toda la familia
a altas horas de la madrugada.
Recuerdo tus atenciones, tus palabras,
recuerdo cómo has criado a tantos hijos
y mantenido el amor de tu marido.
Hoy, que sea la fecha de tu cumpleaños
no va a cambiar nada.
Gracias por ser la madre más atenta
de toda la galaxia.
—
Justo cuando creías
que de los críos te deshacías
cumples los cincuenta y los más pequeños
se te emancipan.
¿Preparada para ejercer de abuela
y disfrutar de toda la vida que aún te queda?
—
Espero que no tengas el síndrome del nido vacío
porque tu pastel de cumpleaños
¡a todos va a reunirnos!
—
Siempre fuiste de espíritu la más joven,
de cuerpo la más estilizada
y de mente la más sofisticada.
La familia te ha visto cumplir ya
más años que un reloj y, sin embargo,
¡en vitalidad aún nos ganas a todos!
—
Para defenderme, para cuidarme,
para garantizar que crezco con todo en orden,
para amarme sin reservas
y para sufrir con mis males.
Tus cumpleaños son la oportunidad que tengo
de demostrarte cuánto te sigo amando.
—
Es una lástima que hayamos reunido a toda la familia,
tú no digas nada pero, esta noche,
cuando tu fiesta de cumpleaños haya acabado,
iremos los dos a comprar más helado.
Como cuando éramos pequeños,
como cuando tú eras nuestro faro.