Poemas de niños de amor


Las escondidas, la mancha,
las adivinanzas y la rayuela,
fueron cómplices de un juego de azar,
fueron testigos de este amor que quiero atesorar.

Las flores de tu jardín
llenan todo de color,
y en un abrir y cerrar de ojos,
siento que vuelo cual querubín.

La luz de la luna traviesa
de pronto iluminó mi camino.
Fue tal sorpresa la mía,
sentí que nos unía el destino.

Las sonrisas pícaras del amanecer,
los abrazos compartidos al crecer.
Las cortinas que guardaban nuestros cuentos,
los que en realidad eran lamentos,
de un amor que es puro invento.
Los latidos se hicieron sonido,

reconociendo en mi inocencia
la imprudencia de tu encanto
Y entre tanto llanto…. tocaron a la puerta
¡Esta sí que nunca acierta!

Las manos de mamá
no se las pueden imaginar.
Cuántas caricias albergan,
son imposibles de calcular.

Un primer amor así,
deja a cualquiera fuera de sí.
Si tan sólo pudieran palpar el amor que ella deja al pasar,
es tan difícil de imaginar que dejaría a todos sin hablar.

Jugar en cualquier rincón,
ese era nuestro pacto de honor.
Con muñecos descocidos,
Tejíamos un mundo desconocido.

Que momentos coloridos,
llenos de sueños entretejidos,
contradicciones y marañas,
cuentos sin plumas y con mañas.

Garabatos sin talento,
víctimas de un furtivo encuentro.
Entre aromas y amores,
cultivábamos los sabores.

Verte en la sala del jardín,
me dejaba sin aliento.
Puedo afirmar que no es puro cuento,
aunque insistían que era invento.

¿Qué mundo cabe entre nuestros pensamientos?
Si me miras, no te miento, yo creo que lo siento.
Imaginarte a mi lado es una fantasía,
tan sólo de pensarlo siento que moriría.

Jugando en el patio con tus muñecos de trapo,
me di cuenta que de harapos,
construimos un mundo de sapos.

Sapos soñadores,
víctimas de un mundo de flores.
Sapos artistas,
comediantes altruistas.

Lo cierto es que mirarte,
resultó ser todo un arte.
Tu inocencia de niño,
tu semblante huraño,
te hacen muy extraño,
pero yo ¡cuanto te apaño!

En la hora de nuestro almuerzo,
intento no escribir más versos.
Por más que lo proponga,
no logro que se imponga.

En un momento desacertado,
pude ver que alguien nos miraba.
¿Quién se atreve a ser tan desatinado?
Otros los que se encargan de atestiguar
lo que nuestro amor no es capaz de aceptar.

Y entre verso y verso,
invento un amor del reverso.
No conseguí dejar de escribir,
porque no concibo dejar de vivir.

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