Frases de la realidad del amor


Así que el amor era esto.
Todo se reduce al ello,
a lo cotidiano sin seso.
Pues, quita, que, si eso,
casi que te vas pal’ pelo.

No comprendí tu amor
hasta que, como favor,
me lo diste en ardor.
Tan grata fue la pasión
que repetí con tesón,
pero esta vez sí que no.

Los primeros años fueron en verdad maravillosos.
Día tras día nos encontrábamos y éramos dichosos.
Mas, con el tiempo, la real verdad al fin llegó.
Ya no estábamos hechos tal para cual, sino dos.

Fuimos, ¿verdad?, tan felices.
Comíamos sin parar perdices
y nos reíamos de los seniles.

Pero el terrible sosiego llegó.
No podíamos ya vernos sin dolor.
Decidimos viajar sin tripulación.

Aunque, ahora, de vez en cuando,
pregunto por ti de rato a rato.

Yo en ti plenamente creía,
mas un día ya no me querías.
Nunca entendí tus porfías
ni mentiras cuando morirías
por mí si necesario, decías.
¿Cómo te cansaste ese día
así de mí como en un tranvía?

Veleta te llamaban.
Yo no lo pensaba,
aun al fin hasta
hoy por la mañana
tuve que rechazarla.

Tuve que reclamar lo que era mío,
pues bien te quedaste con lo propio.
Se lo dije a Dios, pero ya eras ido.
Me abandonaste sin piedad ni cariño.

Creí amarte en aquel tiempo
cuando éramos aún tiernos.
Mas luego vino el miedo
de no conocer a tiento
si regresarías de cierto.
Cada día con menos prieto
veías a nuestro nieto.
Es hora de salir del tiesto
y de decir no al resto.

Levántate y anda, dijo Jesús al finado Lázaro.
Hora ya de que cada uno busque su mar cántabro.
No mires hacia atrás y vive desde ya los sábados.

Si el amor se agota,
la vida no se agosta,
sino que es el ahora
quien obliga a la hoja
a doblarse y tú retornas.

No desesperes si por amores sufres.
Sal, olvídate de ellos, pues mueren
si no se les riega con tus chuches.
Afuera hay otros muchos más dulces.
Confía en mí, que sé que bien duelen.

This entry was posted in Amor. Bookmark the permalink.